Cuando no puedas disfrutar haciendo una cosa, al menos
puedes aceptar que eso es lo que tienes que hacer. La aceptación significa
decirte: Por ahora, esto es lo que esta situación, este momento, exige que yo
haga, y lo haré de buena gana.
Si no puedes disfrutar ni aceptar lo que haces, deja de
hacerlo. De lo contrario, no estás asumiendo la responsabilidad de la única
cosa de la que puedes ser realmente responsable, que además es la única cosa
que de verdad importa: tu estado de conciencia. Y si no asumes la
responsabilidad de tu estado de conciencia, no estás asumiendo la
responsabilidad de la vida.