martes, 8 de diciembre de 2009

Más allá del pensamiento 6

Elige un objeto que tengas cerca –una pluma, una silla, una taza, una planta- y explóralo con gran interés, casi con curiosidad. Evita los objetos con fuertes asociaciones personales que te recuerden el pasado: dónde lo compraste, quién te lo regaló, etc. Evita también todo lo que tenga escritura, como libros o botellas, ya que eso estimularía el pensamiento. Sin forzarte, relajado pero alerta, dedica toda tu atención al objeto, a todos sus detalles. Si surgen pensamientos, no te dejes arrastrar por ellos. No son los pensamientos lo que te interesa sino el acto mismo de la percepción. ¿Puedes separar el pensamiento de la percepción? ¿Puedes mirar sin que la voz de tu cabeza comente, saque conclusiones, compare o intente explicar algo? Al cabo de un par de minutos, deja que tu mirada vague por la habitación, o donde sea que estés, y que tu atención alerta ilumine cada cosa en que se pose.

A continuación, escucha los sonidos que estén presentes. Escúchalos del mismo modo en que has mirado las cosas que hay a tu alrededor. Algunos sonidos son naturales –agua, viento, pájaros- y otros son artificiales. Unos pueden ser agradables y otros desagradables. Pero no diferencies entre bueno y malo. Deja que cada sonido sea como es, sin interpretarlo. También aquí la clave es la atención relajada pero alerta.

Cuando percibimos sin interpretar y sin aplicar etiquetas mentales, es decir, sin añadir pensamientos a nuestras percepciones, podemos sentir la profunda interconexión que existe por debajo de nuestra percepción de cosas aparentemente separadas.

Eckhart Tolle

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